jueves, 12 de febrero de 2009

Los revisores

Me resultó gracioso: 
el revisor en el autobús, un hombre robusto y como medio dormido, sacó su máquina y empezó su trabajo. A todos le pedía los billetes/tarjetas y los papeles. Dos chavales se quedaron con las multas. Una señora mayor se puso a gritar. Alguien intentó escaparse, pero la puerta ya se habiá cerrado. Otros pretendían que no estaban. Un niño lloraba. Su madre se empeñó en calmarle, fingiéndo a la vez que no le oía al revisor que estaba a su detrás. Los que se habían sentado al lado de la ventana contemplaban el paisaje. En dos palabras, un cataclismo!
Cuando llegó mi hora, diciéndole ¨buenos días¨ le mostré mi tarjeta que con tanto esfuerzo había comprado ayer. Sin mirarla, me miró a mí. Me la devolvió y sigió repartiéndo multas...
Si las miradas pudiesen matar, ya estaría bien muerta ; ) 
Sin embargo no pueden, yo sigo viva y feliz!!
Hasta luego!

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