domingo, 22 de febrero de 2009

Un tren espectral

Hola! 
¿Sorprendidos que vuelvo a escribirles tan rápido? ¿Y si les digo que lo hago desde mi piso en Varsovia?
Resulta pedir peras al olmo el querer hacer un viajecito por Polonia sin algún problema. Enseguida surge alguien que te dice ¨Nanai!¨. Nuesto plan que no creo que haya podido ser más simple - ir a la estación, subir al tren y bajar cuando termine el viaje - sin embargo ha fracasado. Y ¿por qué? Ahora viene el cuento.

Fuimos a la estación y al dirigirnos al andén que nos había indicado la chica de la información nos pusimos a esperar. Primero pasó la hora que venía en los billetes - aquí hace falta añadir que llegamos una media hora antes para no tener que correr ni nada - pero como los trenes en España a veces también llegan tarde, yo ni siquiera hice caso. Lo curioso era que había cuatro gatos, pero nos dijimos que era el domingo por la tarde y que era por eso. Mi amigo empezó a inquietrase un poco, pero seguimos esperando. Cuando pasaron otros quince minutos sin que apareciese el tren, subió para preguntarle otra vez a la chica de qué andén salía el tren.
Volvió diciendo que no había nadie en el punto de información y que íbamos a esperar todavía un poco. A estas alturas llevabámos ya más de cuarenta minutos allí.
Al cabo de otros quince minutos subimos los dos arriba, medio cabreados medio desesperados, para que, al fin y al cabo, otra chiquilla nos dijese que nuestro tren había salido ya.
-Pero ¿cómo es posible que haya salido ya? Si nos ha dicho su compañera que iba a salir de andén dos, vía tres.
-Se habrá equivocado. De aquel andén hoy no salen los trenes. Siguiente, porfa!

Sinceramente, se me han ido todas las ganas de todo. 
Me he vuelto a casa.
Desecha mi maleta, desecha yo de ilusiones.

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